Bastan décimas de segundo para reconocer a quien se va a convertir en su mejor amigo.
Cuando sentimos una rápida conexión con otra persona nuestro cerebro actúa exactamente igual que cuando nos enamoramos.
Le presentaron a una persona y usted supo de entrada —antes siquiera de que el otro abriera la boca— que iban a llevarse bien. Esas conexiones especiales y fulgurantes existen, de ahí que la ciencia, buscando una explicación, haya concluido que son como el enamoramiento: flechazos a primera vista.
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CTC