La silla o el rincón de pensar son métodos de castigo que consisten en aislar e ignorar física y afectivamente a un niño. Pero esto no educa. Por el contrario, sí educa contenerlo, ayudarlo a calmarse (respiración, frasco de la calma, un cojín preferido, un abrazo si se deja, un cuantas carreras…), para después guiarlo hacia una reflexión sobre lo ocurrido y tratar conjuntamente de encontrar una mejor manera de hacer las cosas. Porque no se trata sólo de decirle lo que no es correcto, sino de mostrarle caminos alternativos al mal comportamiento. Incluso pueden utilizarse recursos como teatralizar la situación con las nuevas estrategias para que ensaye su puesta en marcha, o darle al botón imaginario del retroceso para tener la oportunidad de esta vez, hacerlo bien.
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