La investigación científica sobre los beneficios de la llamada 'escritura expresiva' es sorprendentemente amplia. Los estudios han demostrado que escribir sobre uno mismo y sobre las experiencias personales puede mejorar los trastornos del estado de ánimo, ayuda a reducir los síntomas en los pacientes con cáncer, mejorar la salud de una persona después de un ataque al corazón, reducir las visitas al médico e incluso mejorar la memoria.
Ahora los investigadores están estudiando si el poder de la escritura y de re-escribir la historia personal puede llevar a cambios en el comportamiento y mejorar la felicidad.
El concepto se basa en la idea de que todos tenemos una narrativa personal que da forma a nuestra visión del mundo y de nosotros mismos. Algunos investigadores creen que al escribir y luego editar nuestras propias historias, podemos cambiar nuestra percepción de nosotros mismos e identificar los obstáculos que se interponen en el camino de una mejor salud.
Puede sonar como una autoayuda demasiado tonta, pero la investigación sugiere que los efectos de esta propuesta son reales.
En uno de los primeros estudios sobre la edición de la historia personal, los investigadores reunieron 40 estudiantes de primer año de universidad en la Universidad de Duke con dificultades en su rendimiento académico. No solo les preocupaban sus notas; se preguntaban, incluso, si estaban a la misma altura intelectual que sus compañeros de estudios.
Los estudiantes se dividieron en grupos de intervención y grupos de control. A los estudiantes en el grupo de intervención se les dio información que muestra que es común que los estudiantes tengan dificultades académicas en su primer año de universidad. Se les mostraron vídeos de los estudiantes universitarios de primer y último año de la carrera en los que estos hablaban sobre cómo sus propias notas habían mejorado mientras se iban adaptando a la universidad.
El objetivo de esta estrategia era incitar a estos estudiantes a reescribir sus propias narrativas acerca de la universidad. En lugar de fomentar las dudas sobre su capacidad, se los animó a pensar que solo necesitaban más tiempo para adaptarse.
Los resultados de la intervención, publicados en la Revista de Personalidad y Psicología Social, fueron sorprendentes. En el corto plazo, los estudiantes que se habían sometido a la intervención para cambiar su narrativa obtuvieron mejores calificaciones en una prueba de control. Pero los resultados a largo plazo son las más impresionantes.
Los estudiantes que habían sido impulsados a cambiar sus historias personales mejoraron sus promedios de calificaciones y eran menos propensos a abandonar durante el siguiente curso que los estudiantes que no habían recibido ninguna información. En el grupo control, que no había recibido consejos sobre los grados, el 20 por ciento de los estudiantes había abandonado los estudios en el plazo de un año. Pero en el grupo de intervención, solo un estudiante (el 5% de los participantes de este grupo) dejó los estudios.
En otra investigación, los investigadores de la universidad de Stanford se centraron en los estudiantes afro-americanos que luchaban por adaptarse a la universidad. A algunos de los estudiantes se les pidió que hicieran un ensayo escrito o un vídeo en el que hablaran de cómo era la vida de la universidad; estas obras estarían destinadas a ser vistas por los futuros estudiantes. En la investigación se vio que los estudiantes que participaron en la redacción o en el vídeo recibieron mejores calificaciones en los meses siguientes que los de un grupo control.
En otro estudio se pidió a parejas casadas que escribieran sobre un conflicto entre sus miembros como si fueran observadores neutrales externos. De las 120 parejas participantes, las que exploraron sus problemas a través de la escritura mostraron una mayor mejoría en la felicidad conyugal que aquellas que no escribieron acerca de sus problemas.
“Estas intervenciones de escritura realmente pueden animar a gente enganchada en pensamientos autodestructivos a pensar de una manera más optimista, que se refuerza a sí misma”, dijo Timothy D. Wilson, profesor de psicología de la Universidad de Virginia y autor principal del estudio de la universidad de Duke.
El Dr. Wilson, cuyo libro Redirigir: Cambio de las historias que vivimos, considera que, si bien la escritura no resuelve todos los problemas, sin duda puede ayudar a las personas a afrontar sus problemas. “Escribir obliga a las personas a reconstruir lo que les está preocupando y a encontrarle un nuevo significado”, dijo.
Gran parte del trabajo en la escritura expresiva ha sido dirigido por James Pennebaker, profesor de psicología en la Universidad de Texas. En uno de sus experimentos se pidió a los estudiantes universitarios que escribieran, durante 15 minutos al día, acerca de un asunto personal importante o de temas superficiales. Se vio que los estudiantes que escribían sobre temas personales tenían menos enfermedades y acudían menos veces al centro de salud de los estudiantes.
“La idea era conseguir que la persona se reconcilie con quién es y sepa hacia dónde quiere ir”, dijo el Dr. Pennebaker; “Creo que en la escritura expresiva como una corrección del curso de vida”.
En el Instituto Johnson & Johnson de Rendimiento Humano, los coaches piden a los clientes que identifiquen sus objetivos y que, seguidamente, escriban por qué no han logrado esas metas. Una vez que los clientes han escrito sus viejas historias, se les pide que reflexionen sobre ellas y que editen los relatos de cómo podrían llegar a una nueva y más honesta apreciación de su situación.
(Gracias, Carlos G. Torrico, por la información sobre la noticia.)