"La verdad que no creo en un mundo mejor, creo que las cosas van a ir peor". "Las guerras no van a parar, todo va a seguir igual". "El daño que el hombre le hizo al planeta no tiene vuelta atrás". La mirada de los padres sobre el futuro del mundo era unificadora: pesimista. Para ellos, adultos mayores de 30 años, el futuro no puede deparar nada bueno.
Hasta que aparecen los pequeños. Tras la dura sentencia, a los adultos se les muestra un video en el que sus hijos, de doce años o menos, cuentan qué les gustaría ser de mayores. "Gimnasta", "médico", "veterinaria", "artista". Entonces, los padres empiezan a llorar, dándose cuenta del contraste entre su visión de que ya no hay remedio y la ilusión de sus hijos.
http://www.youtube.com/watch?v=dPZ8pGH01eY
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CTC